CERCA DEL AGUA (RELATO-POR PATRICIA LOHIN)

Tuvimos más o menos la misma conversación que otras veces. El fin de semana, los chicos, el marido, la salud y la pesca.Me contó que el viernes a la noche partieron hacia Claromecó. Abrieron la casa que de ahora en más empezará a hinchar sus pulmones con el aire fresco de la villa. Luego de un invierno con visitas esporádicas está como loca: la luz, los ruidos y las visitas la ponen en primer plano nuevamente.El sábado jornada de pesca y ella se dispone a prepararse para acompañar a su marido. Seguramente tiene todo identificado: cañas, cajones de pesca, traje de agua, gorra. Y así como no se olvida de llevar el equipo de mate, le pregunta si tiene carnada o plomadas suficientes.No importa el protagonismo de la mujer en la actividad, aún si no pesca tiene presencia. Sabe de listas, de organización y de acompañar. Sabe lo que es una cara de frustración y lo que es desear un pique para ver al menos un poco de satisfacción.Muchas veces se la ve en la reposera, al reparo del vehículo, ensimismada con alguna lectura del momento, pidiendo deseos al mar o simplemente absorta en los complejos laberintos de su mente. Pero ningún trance es tan profundo, suele estar atenta a las capturas, a la hora de comer y de calentar el agua.Mi incursión del sábado fue de ida y vuelta. Me encontré con ella y con varias mujeres más a la orilla del mar. “Cerca del agua te quiero sentir porque la espuma te enseñe a reír…” dijo Miguel Hernández.Pero dejemos la poesía de lado, porque la verdad es que si otras veces he caminado por la orilla del mar, o me he quedado parada adivinando mi futuro dibujado en las olas, este último tiempo lo único que puedo hacer es mirar la caña. Y si. He caído en el hechizo de no poder apartar la vista de ella. Llegamos tarde, eso casi siempre pasa. El mar estaba bajando y probamos varios puntos antes de anclar pasando el caracolero, en donde habíamos preguntado por el pique y nos habían dicho algunos que si, otros que nada. Era mi momento de gloria, es decir, el único momento en donde puedo tirar acertadamente: con el mar bajo. Al ratito nomas salió la primera corvina y mi única captura del día, ya que tuve un día de cortes, pérdidas y al subir el mar yo estaba al horno con el tiro.Pero al final del día no solo se cuentan las capturas o las líneas perdidas, -tengo que acomodar el relato a mi conveniencia- si no las risas de los chicos, lo que hicieron renegar, lo rico que estaban los bifes o que llegamos a Tres Arroyos color violeta.Señora anote en la lista por favor: protección solar.

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